sábado, 28 de mayo de 2016

A campo abierto
Carquejas y carquejillas

Hasta aquí, una de las cosas que más me estaban costando conseguir eran carqueja y carquejilla. 
Tenía apenas 4 plantitas de carqueja y 2 de carquejilla. Mínimas.
Probé multiplicarlas de semilla y de gajo, pero no anduvieron, y las hojitas de guía decían  que se reproducían por división de matas o rizomas, pero revolvía las raíces y no había nada para multiplicar.
Así que, con estas variedades, venía medio resignada.

A principios de mayo, estuve una semana de retiro en Luján. En esos días, parte de la actividad diaria era la percepción. Así que, diariamente salía a caminar por el campo, a percibir.
 
La primer mañana, caminando por un sendero de piedritas que conozco bien y que he caminado montones de veces, me sorprendió enormemente encontrarme una mata, bastante grande, de carquejas.
Me quedé maravillada. Cuántas veces había pasado por ahí y no la había visto, porque no la conocía. 
 
Me quedé mirándola. ¿Sería? Imposible dudar. Era carqueja, y encima, una planta enorme.
Me la hubiera llevado con muchas ganas pero imposible. No tenía con qué levantarla, estaba en medio del pasto alto, la tierra dura, yo sin herramientas y, principalmente, estaba empezando un retiro. 
Así que, con un poco de pena, seguí caminando. 
 
No había hecho muchos metros más cuando vi otra mata igual. Y después otra, y otra más.
Entonces me entusiasmé y empecé a imaginar señales para poder volver, cuando terminara el retiro, a buscarlas. Estas estaban al lado de un bebedero, y aquellas cerquita de un medidor de luz...
Y las atesoré en mi corazón, ¡feliz!
 
Dos días después, otra mañana, decidí cambiar mi itinerario, y me fui caminando más para el campo abierto. Y ahí me pasó que vi primero otra planta de carqueja y en seguida, unas plantitas grises. Primero dudé, pero después, cuando aparecieron otras, me di cuenta que increíblemente, eran carquejillas.
No podía creer mi felicidad. Estas plantas que tanto me estaban costando estaban así, diseminadas tan gratuitamente por ahí.

Y caminé unos 5 minutos más y llegué a un potrero que re-conozco pero que esa mañana se me presentó absolutamente diferente. Tenía delante mío virtualmente un mar de carquejas y carquejillas. Ya no era una mata acá y otra unos metros adelante. Ni eran decenas o cientos. Eran miles de plantitas. No podía creer lo que estaba viendo. Me quedé extasiada.

Fueron pasando los días y muchas veces me vi tentada de pedir una pala para ir a levantar alguna plantita.
Pero me repetía que estaba en un retiro, y que ese no era el momento.
Fue una tentación fuerte. Mis manos morían por agarrar una pala y escaparme del retiro un rato, para dedicarme a esto que tanto me apasiona.

Terminó el retiro y tuve la linda sorpresa de que Ana estaba de visita en Buenos Aires. Genial. La compañera ideal para la aventura. Así que, el viernes a la mañana partimos, emponchadas y con todas las herramientas listas para la aventura.

Ana empezando a trabajar
Seleccionando una plantita de carqueja, cerca de otras carquejillas

Ya entrando en calor y muy divertidas
Nos fuimos entusiasmando tanto que acabamos haciendo así: le sacábamos una foto a alguna planta que nos gustaba. Ana se la mandaba por whatsapp a Tandil a Amalia, bióloga genia, experta en estos temas, y Amalia nos contestaba, en el acto (grossa Amalia!!) si era nativa o no.

La primera que consultamos, que tenía una flor lila muy linda, nos dijo: "europea", y la tuvimos que descartar.
Pero después conseguimos unos eupatorium muy lindos y, ya sobre la ruta, unas oenotheras:

Fascinante trabajo de equipo y de campo!!


Update
de podas, divisiones de matas, gajos y almácigos

La producción de este jardín empezó a mediados de enero, empezando el verano, y vamos terminando mayo, ya bien entrado el otoño. Un otoño de colores alucinantes, como nunca, tal vez también por el frío intenso, más propio del invierno porteño que del otoño.

Los resultados son bastante desparejos, por eso, voy a ir por partes:

Podas y divisiones de matas
 
Una de las primeras tareas que hice fue la poda y división de matas de las salvias. Porque leí que Clara Billoch las podaba con ganas, para prolongar su floración.
Bueno, me parece que las debo haber podado con demasiadas ganas, porque muchas no sobrevivieron. ¡Bajón!
 
Las fui podando y a la vez dividiendo.
Empecé con las salvias uliginosas, podando fuerte y dividiendo peor (!!!). A cuchillo duro, nomás. Me imaginé que por ser nativas debían ser ultrarrústicas, así que podaba bajo, sacaba el pan de la maceta y ¡zas! con bastante fuerza y esfuerzo mío mandaba el cuchillo de la cocina por la mitad y chocha, enmacetaba las 2 nuevas salvias.
Bueno, eso no anduvo. Casi la mayoría, no sobrevivió. Estuve esperando hasta ahora, para ver si rebrotaban, pero inútil, ya compruebo claramente que no.
No sabía que podía ser tan bruta. Pues parece que sí...
 
Por suerte, cuando llegué a las salvias guaraníticas, me di cuenta de que estaba dividiendo medio groseramente, y aflojé un poco. Es más, a la mitad ni siquiera las dividí, porque vi que no iba a dar para dividirlas.
 
Por eso, si bien había comprado la misma cantidad de uliginosas que de guaraníticas, hoy tengo el doble de guaraníticas. Y las uliginosas se ven bien fragilonas.
 
Lo otro que podé y dividí fueron los paspalum y panicum.
Ahí también, poda y división fueron audaces. ¿Los resultados? ¡Ay!, tremendos...
Hoy se ve todo seco, aunque tengo la esperanza de que las gramíneas sí sobrevivan. Así que aquí, los resultados aún están por verse.
 
Gajos
 
Acá, bajón total.
Hace años que vengo haciendo gajos y ya estoy re-canchera. Corto un gajito, lo pelo de hojitas, y lo planto en sustrato de siembra. Y suelo tener excelentes resultados.
Por eso, me lancé a gajear nativas muy confiada, y anduvo pero muy mal!!

Las bandejas con sustratos eran en general de 25 huequitos, y ponía generalmente 2 gajitos por hueco, con lo cual, cada bandeja tenía 50 gajos.

Bueno, los senecios grisenbachi, resultado: 50 a 0. Ni uno solo prendió. 
Realmente me sorprende, porque con otras margaritas, hago los gajos así nomás y agarran volando. No sé qué puede haber pasado. Tal vez el calor del verano, aunque estaban a la sombra... No sé, me gustaría volver a probar ahora, con el frío, a ver si al menos alguno prende.
 
Hice gajos de todo. De lo que se multiplicaba por gajo y de lo que no también. Y los resultados fueron apabullantemente malos. Bandejas y bandejas, horas y horas, y nada.
 
Lo único rescatable fueron algunos pocos gajitos de teucriums no nativos (pero que tenían permiso en este jardín para hacer la experiencia de cómo interactuaban nativas y exóticas), cruzando los dedos, otras pocas lantanas, y algunas buddleias. Nada más. Heteropteris, monteiroas..., ni de casualidad.

Almácigos
 
Acá sí, me reivindico. Los almácigos son mi fuerte. Estos sí van muy pero muy bien.
Una vez que pesqué cómo era el tema de las pavonias, listo, no me para nadie. Próximamente, vivero de pavonias. Es impresionante, pero sembrás 10 y casi que salen 11. Excelente resultado. Encima germinan rápido, son muy entretenidas para seguir de cerca.

Los crisantemos (margaritas blancas) que había hecho de almácigo el año pasado están creciendo muy bien, en grandes cantidades.

Y las verbenas, como siempre, tan generosas. Cada ramillete de florcitas tiene cientos de minisemillas que, si bien son lentas para germinar, después no las para nadie.

Así estamos. Transitando el otoño, aprendiendo mucho, y una vez más, gozando con la generosidad de la naturaleza.