sábado, 8 de octubre de 2016

Sen del campo

Esta parte es alucinante. El banco en el techo. Lo más lindo que se pueda ver:
Increíble. Invita a sentarse, contemplar y no moverse más. Sólo contemplar. Cielo y verde. Nada más.

El banco tiene 2 agujeros en los cuales van 2 pequeños arbolitos. Sen del campo.
Como van a estar solitos, ahí arriba, en maceta, los enmaceté en puro humus de lombriz. Con el mejor producto de mi lumbricario. Y ahí quedaron, como sumergidos en chocolate Lindt. Amargo y con avellanas...


Más techo verde!

Siguen las novedades en el techo verde. Parece un proceso de nunca acabar.
A esta altura me pregunto, ¿funcionará?
Mejor no me pregunto y sigo...

Yo había entendido que ahora, después de las capas de impermeabilización, tierra y plantas, venía una capa de piedra pómez pulverizada. Pero no, eran piedritas blancas, de justamente piedra pómez. Muy lindas y etéreas, no pesan nada:
Pero no terminaba ahí!
Arriba de eso todavía iba algo más: una alfombra de fibra de coco. De no creer.
Cuando llegué y me encontré la rampa tapada por una alfombra, no entendía nada. La verdad es que la sensación no era muy linda. Pero mejor confiar en que vamos bien...

Espero no haya más sorpresas...


Llantén

En el diseño original, figuraba esta planta. La habíamos conocido en nuestra primera recorrida por el vivero de la reserva. Sencillita, humilde, simpática.
En el verano había conseguido alguna por ahí, y la había plantado, pero se me había secado porque tiene la dificultad de que, al ser una gran "lechuga", al apoyarla en la maceta su raíz (con forma de zanahoria), casi no tocaba la tierra.
Había probado de varias formas, pero no me había resultado.

Hace 2 semanas, caminando por el campo, en Luján, me di cuenta de que estaba repleto de llantenes. En un ratito, recogí como 30! Llegué a casa y los volví a plantar, uno por uno.

Pero era tarde, se hacía de noche, estaba cansada, y la verdad es que los planté más o menos, o mejor dicho, más menos que más. 

Pasaron un par de días, y empezaba a pasar lo mismo. De tan lindos que estaban en el campo, a verse achicharrados en una macetita. La lechugota se deshidrataba...

Pero entonces, ¡eureka!, se me ocurrió algo. Básico y elemental, pero antes no lo había visto: podarlas!
Las agarré una por una, "de los pelos", dejando al descubierto su raíz:

Y ahí, zácate! poda grossa, y re-plantación.
¿Cómo están ahora? Bastante bien, por suerte. Esperemos seguir así...


Seguimos plantando!

Más que información, sólo imágenes del increíble proceso de plantación.
Fue muy gracioso, pero había esperado tanto este día, que el jueves que empezábamos a plantar estaba tan ansiosa que esa mañana, en mi clase de yoga, no podía estar presente. El corazón se me escapaba y no podía esperar el momento de llegar al jardín y empezar a plantar.

Así fue quedando el cantero del frente:
 Acá, con montones de plantas que esperaban que las lleváramos después para el jardín del fondo:

 Visto desde arriba:
Y ahora un poco un antes y después. Primero, la tierra pelada, con Juanita caminando por el fondo:
Acá, ubicando las plantas con Chalo. Esto aprendimos: primero ubicar las plantas, todas, líneas por líneas, y recién después empezar a plantar.
Lo aprendimos a fuerza de ensayo y error. Porque nos pasó 2 veces, con el cantero de adelante, de plantar un par de líneas y después darnos cuenta de que estaba mal y tener que levantar todo y volver a empezar!
Entonces, ahora hacemos así: primero ubicamos, después plantamos.
Chalo ubicando, en el fondo, Juli plantando...
Más tarde el equipo se completó con Ina y Silvi, y ahí tomamos velocidad. Ina con la pala grande, yo con la chiquita, y Silvi "desenmacetando". No parece, pero el proceso de sacar cada planta de su maceta, a veces es engorroso y lleva tiempo. Pero ella las iba preparando y sh!!! íbamos como flecha. Pozo, planta, pozo, planta, pozo, planta. Pura felicidad!!




Anacahuitas

En el proyecto, al fondo del jardín, a la derecha, va un espacio de fuego. Es un redondel en el piso, un agujero sobre la tierra, destinado a prender un fueguito. Porque me encanta el fuego. Ver quemar ramitas secas, restos leñosos de poda, maderitas que circulan por ahí...

Y este espacio estaba pensado a la sombra de 3 arbolitos, por supuesto, nativos.
Habíamos elegido 3 sesbanias virgatas, pero cuando las fui a comprar al vivero de la reserva me dijeron que, por un lado, no tenían ninguna, y por otro, que vivían muy poco y que no me iban a durar más que unos pocos años.

Tampoco las conseguí en otro lado, así que decidí buscar algún otro arbolito nativo. Googlée un montón, obvio, y estaba entre chal chal y anacahuita.

Ahí justo di con Julieta Molina Pico. Me contaron que ella se dedicaba a cultivar árboles nativos. La llamé y me dijo que tenía anacahuitas, no chal chal, así que, la elección fue fácil: anacahuitas.

Me dijo que ella venía personalmente y los plantaba. Y así fue
No sólo los plantaba sino con qué dedicación los plantaba. Con el mejor tutor, sujetándolos con una cintita de seda, regándolos y cubriendo la tierra con corteza seca, para que el sol no les pegara tan fuerte.
Un encanto!

Acá, con la obra terminada
Juli, más que recomendable!