miércoles, 26 de abril de 2017

Un hijito


Con mucha alegría, me gustaría compartir que MeMo ya tiene su primer hijito. Re-verde por ahora, bah, más bien marroncito, pero ya en marcha.

Matu se acaba de mudar a una carnicería de 1920 reciclada, y en lo que era un patio abandonado, ya estamos soñando un jardín con minipradera, huerta y especies nativas.

Y ahora todo se vuelve más fácil. Por ejemplo, ya sabemos la importancia de los cubresuelos, así que, por ahí empecé este domingo.

Cuando llegué, con mi cajita de herramientas de jardín y mis semillas de pradera (mucha leguminosa para enriquecer el suelo), me lo encontré a Chalo esparciendo arena sobre el terreno. Muy bien, ¿pero qué había debajo de esa arena? Según ellos, tierra buena. Según mi comprobación al ratito, puro cascote de obra!!

Por mucho amor que le pongamos, buen riego o generosa lluvia, si no hay tierra poco pueden hacer las plantas. Sus raícitas no pueden avanzar entre cascotes, ni es posible que encuentren alimento.

Por eso esta tarde de domingo fue sólo para des-cascotizar un cuadradito de jardín. Me llevó unas varias horas, pero quedé muy satisfecha. Aunque para decir la verdad, cuando terminé de sacar todo lo que no era tierra ni arena, me fui a un vivero a comprar 2 bolsas de tierra.

Así se veía más o menos mi trabajo a medio terminar
Lo mejor, el asadito "rústico" que me convidaron después!!
 


martes, 18 de abril de 2017

Antes de plantar un techo verde

Hace una semana nació Facu, mi primer nieto. Esta experiencia maravillosa me convierte en abuela, certifica que he vivido bastantes años, y me habilita tal vez para dar algún consejo.

Por eso escribo hoy, para sugerir algún consejo para quien quisiera animarse a plantar un techo verde.

Lo primero que diría es que no planten nada hasta probar todas las pendientes y desagües del techo. Prueben con mangueras, llenen todo de agua, insistan en la prueba. Y cuando todo esté probado, esperen por lo menos 3 grandes tormentas, de esas que llegan con el cambio climático. Y si esperan 5 mejor.

Sólo y sólo cuando realmente no haya entrado agua por ningún lado, recién ahí, se puede empezar a pensar en poner tierra y plantar. Antes, ni soñarlo.

Sé que la ansiedad por ver el techo verde es fuerte. La vivimos. Es algo irresistible. Necesitamos empezar ya. Queremos plantar ya. Y por ahí también nos apura que es otoño, o que es primavera, o que hace frío, o que lo que sea que convierte a este tiempo en el tiempo favorable para la plantación.

Pues no. Las plantas en el techo crecen igual. Las plantemos cuando las plantemos. Hablo con la autoridad de haber visto el proceso. Lo único imprescindible es realmente estar 100 % seguros de que no hay filtraciones.

Nosotros no hicimos esto, y por eso hoy escribo. Porque ojalá alguien me lo hubiera advertido. Cuántas angustias, broncas, sinsabores y dolores me hubiera evitado, sin contar las pérdidas materiales (daños irreparables en bienes materiales, amén de la plata tirada) ni morales.

Por eso, el primer consejo es plantar recién cuando estemos re-seguros de que no entra agua.
Y el segundo consejo es: ¡ojo! con quién contratan!!!

A mí me parece que los techos verdes están de moda, y con eso, un interesante nicho de mercado se abre, donde obviamente abrevarán comerciantes inescrupulosos.
Y sí, con dolor cuento que eso fue lo que nos pasó. Por eso, si en algún post recomendé a algún señor o empresa de techos verdes, tachen y ni se le ocurra contratarlos. Porque todo lo que pueda decir es poco.

Mi consejo es que no se guíen por lo que brilla, como puede ser una linda página web. No, no contraten basados en eso. Ni tampoco basados en ninguna charla con el señor que tiene una interesante página web.
Visiten en cambio por lo menos 3 obras terminadas con ese proveedor, y hablen, sí, con por lo menos 3 clientes. Que ellos les cuenten sus experiencias.

Y un simple último consejo, keep it simple. Las plantas en el techo crecen tan fácil como en el suelo. Quién no ha visto plantas creciendo en los lugares más recónditos, sin que nadie las cuide. Lo digo por experiencia, la parte vegetal de un techo verde no presenta ninguna dificultad adicional a la que puede presentar un jardín convencional.

Por eso, no se necesita ningún material adicional ni sofisticado como el que algún proveedor medio bandido les quiera vender. No. Keep it simple.
Este último consejo deja sin efecto algún post mío antiguo, donde con todo mi entusiasmo e inexperiencia describía las capas de materiales que iban en un techo. Pues me vendieron un buzón y lo compré. A mí me fue mal, pero tengo toda la esperanza de que a ustedes les vaya muchísimo mejor. Por eso les cuento esto, yo, abuela...



sábado, 8 de abril de 2017

Error-error-ensayo

Venía considerando esta experiencia como un modelo de ensayo y error. Y últimamente, en cambio, lo siento más bien una historia de error-error-ensayo.
Como el de hoy, por ejemplo.

Uno de los canteros del techo, el de arbustos altos, se autogestionó como pudo. Pasó el verano sin que nadie lo cuidara, ni regara. Y llegó al otoño en un estado totalmente salvaje.

En las fotos que sacaron el otro día se veía muy lindo. Pero de cerca, se trata de un gran caos.

Lo que fue pasando es que al no seguir su evolución de cerca y dejarlo a la buena de Dios, el cantero perdió su norte.
Los arbustos altos crecieron mucho, y ya después de la visita de Gabriel había sacado los leñosos. Y ahora tuve que empezar a sacar también los solidagos, que son muy lindos, no son tan leñosos, pero van copando toda la superficie, avanzando incluso sobre la parte de piedritas.

Y casi igual o más grave todavía, ciertos pastos no identificados fueron adquiriendo dimensiones preocupantes.

En suma, se veía feo, así que me puse manos a la obra, y entré a arrancar plantas. 

Primera gran dificultad, la redecilla de plástico cuadriculada que nos habían puesto junto con la fibra de coco.
Puf!! qué garrón!! Si hoy empezara, no pondría ni la una ni la otra. En el trabajo de mantenimiento que vengo haciendo en este techo, creo que es más lo que me complica que lo que ayuda. 

Así que con gran esfuerzo físico y laburo chino, me puse a sacar plantas. Y pasó algo muy curioso: las plantas que me costaba sacar, que me hacían rabiar, duras, superenredadas en las fibras esas tan antipáticas, eran las plantas que iban derecho al compost.
En cambio, en medio de esas marañas salían solitas, sin el mínimo esfuerzo, los eupatoriums tan lindos, etéreos y siempre llenos de abejitas y mariposas, y algunas gramíneas pequeñas, muy lindas, totalmente indicadas para la función de cubrir el techo.

Por un lado iba haciendo la pila de las plantas que no iban, y por otro, iba guardando las que sí iban. Si esas variedades ya me gustaban antes, hoy las amé.

Cuando iba limpiando ya como la mitad del cantero, me acordé de los sabios consejos de Sofía, de RPG: "No te cuelgues 3 horas seguidas paleando un cantero. Paleás un rato, descansás, intercalás con un rato de poda, y así vas variando y cuidás tu cuerpo".
Genia Sofi. Terca yo. Seguí un poquito más de lo prudente, pero al fin la cordura me llamó y ahí paré. Lástima, porque sólo alcancé a hacer la mitad del trabajo.

Sacado todo lo pesado, replanté las variedades livianas, los eupatoriums originales y los nuevos que habían salido, más otras especies que habían aparecido espontáneamente.

Después, sembré festuca enana y trébol rojo. No son nativas pero las planté igual porque a esta altura me queda clara la imperiosa necesidad de un cubresuelos. O ponés un cubresuelos o el suelo se cubre solo con lo que puede. Y las tripogandras, comelinas y salvias procurrens no alcanzan a cubrir todo.

Por eso, nativo o no, el cubresuelos es fundamental. Y elegí por un lado trébol rojo, porque apareció espontáneamente en MeMo, y por otro festuca porque es importante la combinación de leguminosas (en este caso el trébol, que aporta nitrógeno al suelo) con alguna gramínea.

Y ahí estaba, terminando mi tarea y empezando a regar (porque la lluvia anunciada se borró), cuando se me prendió la lamparita. Y esto es un clásico error-error-ensayo.
Resulta que hace tiempo que vengo sabiendo que tenía que sacar plantas flotantes del estanque. Porque las plantas tienen que cubrir sólo un 75 % de la superficie, y el estanque venía cubierto al 100 %. 
Cuestión que pensaba sacar plantas y mandarlas al compost. Buena idea, que suponía bajar tachos del techo hasta el jardín. Tachos con plantas mojadas, con todo el peso que eso supone.

Acá el invento: cubrí lo limpiado y sembrado con la limpieza del estanque:
Visto más de cerca:
De esa forma, la superficie antes totalmente cubierta de plantas
empieza a tener unos claros
Error-error-ensayo.
Veremos qué resulta...



 


sábado, 1 de abril de 2017

Balance del verano

Empezando ya el otoño, miro qué fue pasando en este jardín a lo largo del verano, y me resaltan dos aspectos, el trabajo y la sanidad.

Trabajo
¿Cómo es un jardín nativo, en comparación a un jardín convencional, con respecto al trabajo que supone?
Yo hubiera pensado que un jardín nativo, como se supone "sustentable", se cuidaba solo y no había que hacer nada.
Bueno, en realidad, no es tan así.
Lo que sí sucede es que las tareas son marcadamente diferentes.

En mi jardín convencional, me pasé 30 años cortando el pasto. El jardín era chiquito, pero ya era todo un trabajo llevar la máquina de cortar el pasto desde el garage, donde la guardábamos, hasta el jardín. Era enorme y chocaba contra todo, además de pesar una tonelada. El cable era largo pero igual había que cortar en 2 sectores, uno con cada enchufe. Cuando terminaba, lo enrollaba con cuidado pero al volver a usar la máquina, zas!! otra vez era una maraña de cables.

Después estaba el tema del riego. Tenía unas hortensias soñadas, ¡tan lindas!, pero aunque estaban a la sombra de un ciruelo, si no las regaba a diario, flip!!, se desmayaban.

La poda de las enredaderas, que últimamente parecían tropicales, los yuyos, y tantas tareas más.

El jardín nativo también supone un montón de trabajo, pero las tareas son distintas.
Por empezar, no se riega. Sí, es así, no se riega y de hecho no regué y las plantas están felices igual.
Cuando digo que no regué es que no regué por necesidad. Sí regué una que otra vez, apenas. Diría que en todo el verano no llegué a regar ni 5 veces, y cuando lo hice fue más por diversión que por necesidad. Con lo que llueve alcanza para que el jardín esté contento.
Digo en el jardín. El techo es otra historia.

El trabajo importante en este jardín es el desmalezado. ¿Por qué hay que desmalezar si las plantas nativas son más o menos yuyos también? Porque continuamente aparecen legiones de especies espontáneas. ¡Innumerables!
De todo eso que aparece solo, no todo lo saco. De hecho, algunas variedades las hemos incorporado muy contentos. Por ejemplo la setaria parviflora, que a Chalo y a mí nos encanta, y que vino sola entre las plantas que traje de la reserva de la ribera, y ahí no la cultivan sino que se cuela en las macetitas de otras especies cultivadas.
O el trébol y el lotus, que aparecieron solos y resultaron una muy buena solución como cubresuelos.

Así que, un jardín nativo también supone trabajo. Pero diferente. Y a mí, por lo menos hasta ahora, este trabajo me sorprende cada día y lo disfruto. A veces también me descorazona no poder controlarlo, pero el saldo es positivo.

Sanidad
Acá el super aporte del jardín nativo: la salud de las plantas.
En todo el verano no tuve que usar ningún remedio, ni se enfermó ninguna planta. Se cuidaron solas y lo bien que lo hicieron!

Tuvimos la invasión de langostas, esas negras espantosas, que los chicos rogaban que fumigara. Pues no las fumigué. No hice nada y las dejé vivir felices en mi jardín, aún con la amenaza de que atacaban los tomates.
Y sí, las vi tantas veces comiendo las hojas de mis tomateras, pero igual no las maté. Supuse que así como habían venido un día se iban a ir. Y así fue, y a lo largo del verano coseché, entre zapallitos, calabazas, zapallos y tomates, 130 kilos de hortalizas (sí! 130!!!), con langostas ataca tomates y todo.

Redondeando un poco, entonces, un jardín nativo también hay que cuidarlo pero presenta un aspecto "sorpresa" muy divertido y pedagógico que balancea el posible peso del trabajo que supone.
Y en cuanto a la sanidad, el resultado es impresionante. Cortamos los agroquímicos, e incluso los remedios caseros, al 100%. Maravilloso.

Y aquí va un update.
Verbenas, carquejas, lotus...
Carquejas, carquejillas y eupatoriums todavía en flor
Los frutos del sen del campo!! No los conocía. Primero aparecieron las flores (una maravilla en color y en abundancia!!, y pensar que están en una maceta en el techo!!!), y ahora unas minichauchas

Por último, las salvias guaraníticas, también todavía en flor. Como si no se hubieran enterado de que llegó el otoño...