viernes, 4 de marzo de 2016

Gramillón!!

Lo digo con énfasis, porque era algo aparentemente tan sencillo, y que sin embargo se fue complicando.

La consigna era hacer gajos de gramillón, porque era la manera más fácil de reproducirlo, y porque en los viveros ya no se consigue.

Hice una primera tanda de gajos de lo que yo creí que era gramillón (allá por enero, cuando todavía no era una experta en gramillas), y a los 2 días me había dado cuenta de que ese no era el gramillón que buscábamos.
Entonces tiré todos los gajitos (!!!), y los hice de nuevo. 4 cajoncitos, hechos 2 veces. Con tanta dedicación.

Las días fueron pasando, y me fui dando cuenta de que lo que empezaba a crecer, no era gramillón. Porque en vez de arrastrarse por el piso, eran hilitos que se iban para arriba.
Esos hilitos los conozco!! Son terribles!! Se van estirando y enredando en los arbustos de los canteros, o en las herbáceas, o en lo que encuentran. Y yo los trato de desenredar y sacar (porque ellos avanzan con fuerza). Entonces tiro, arranco, y se rompe el hilo.
Ahí voy a la raíz, y saco lo que puedo. Pero nunca alcanza, porque son hilos interminables, hilos que bajo tierra se convierten en alambres duros. Que tirás, y tirás, pero que rara vez llegás a extirpar del todo, porque siempre van un poco más hondo.

Por todos estos motivos, claramente, esta tanda de gajitos, uf!!, también fue al descarte.
Si bien había empleado bastante tiempo en hacerlos, descartarlos no me costó tanto porque justo en esos días, caminando, había encontrado unos gajos rastreros que me habían gustado mucho, y eran bien rastreros.
Convencida de que esta vez eran, volví a preparar gajos, con más dedicación todavía, porque estaba más segura de haberlos encontrado.
Les saqué una foto, y se la mandé a Gabriel
Y llegó su respuesta...
Esta vez tampoco era gramillón! Era kikuyo!
A esta altura, después de 3 tandas de gajos de supuestos gramillones, daba para dar por finalizada la tarea y decir, bueno, es lo que hay, vamos con el kikuyo.
Pero me frenó la advertencia de Gabriel: ojo porque el kikuyo va a invadir todo.

Así que, nuevamente el ritual, tirar los gajos.

Y acá ya me estaba dando por vencida. Por eso, en una de las visitas a los viveros, ya que estaba pregunté si no tenían gajos de gramillón. O semillas. Y no, me dijeron que ya no, porque hoy todos ponen grama bahiana que es más rápida.

Ahí quedó.
Hasta el miércoles, en que, caminando al borde del río con Helen, de repente vi unos gajitos que asomaban al borde del camino
La forma era igual al kikuyo. Pero eran un poco más chiquitos y de un verde más pálido.

Esta vez, con la experiencia acumulada, si bien arrancamos varios gajos grandes, no preparé los gajitos. Primero le mandé la foto a Gabriel, con bastantes dudas.
También le mandé una foto comparando estos últimos con los de kikuyo. Yo no veía mucha diferencia, más que en tamaño y color. Y allá fueron las fotos.
Y ¡sorpresa! Esta vez sí!!
Los más claritos (en la foto, arriba, a la izquierda) son de gramillón. Posta.
Ahora sólo me queda volver con Helen a buscar más!!





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