sábado, 8 de octubre de 2016

Anacahuitas

En el proyecto, al fondo del jardín, a la derecha, va un espacio de fuego. Es un redondel en el piso, un agujero sobre la tierra, destinado a prender un fueguito. Porque me encanta el fuego. Ver quemar ramitas secas, restos leñosos de poda, maderitas que circulan por ahí...

Y este espacio estaba pensado a la sombra de 3 arbolitos, por supuesto, nativos.
Habíamos elegido 3 sesbanias virgatas, pero cuando las fui a comprar al vivero de la reserva me dijeron que, por un lado, no tenían ninguna, y por otro, que vivían muy poco y que no me iban a durar más que unos pocos años.

Tampoco las conseguí en otro lado, así que decidí buscar algún otro arbolito nativo. Googlée un montón, obvio, y estaba entre chal chal y anacahuita.

Ahí justo di con Julieta Molina Pico. Me contaron que ella se dedicaba a cultivar árboles nativos. La llamé y me dijo que tenía anacahuitas, no chal chal, así que, la elección fue fácil: anacahuitas.

Me dijo que ella venía personalmente y los plantaba. Y así fue
No sólo los plantaba sino con qué dedicación los plantaba. Con el mejor tutor, sujetándolos con una cintita de seda, regándolos y cubriendo la tierra con corteza seca, para que el sol no les pegara tan fuerte.
Un encanto!

Acá, con la obra terminada
Juli, más que recomendable!



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