miércoles, 3 de mayo de 2017

Otoño!!!

Y caminando despacito, este lindísimo jardín entra en su primer otoño.

Un poco me venía imaginando que alguna sorpresa iba a aparecer. Pero claro, cuál iba a ser la sorpresa no tenía idea, de lo contrario, no sería sorpresa.

Por el momento, van dos muy lindas, y totalmente inesperadas. Digamos, verdaderas sorpresas.

Tripogandra
En la lista originaria de Gabriel, figuraba, como cubresuelos, la tripogandra.
En alguna visita al vivero de la reserva, compré alguna plantita. Y la multipliqué.
Había escuchado que tenía flor rosada, pero era verano (del año pasado), y no vi ninguna flor.

Por ese tiempo, empecé a ver por la calle, lo que yo creía que era tripogandra pero que después, en el vivero, me dijeron que era commelina. Y tenía una linda flor azul. Empecé a cortar gajitos y a hacer plantitas.

En alguna charla con Gabriel salió el tema. Él insistía en que la flor era rosada, pero lo que yo veía era azul.

Los gajitos fueron creciendo, y eran re-fáciles, así que fueron siendo montones, y tan fáciles eran que hasta los abandoné por ahí. Total, crecían solos, de la nada.

Cuando llegó la mudanza, con el lío del movimiento y demás cosas, no había planta que alcanzara para cubrir toda la tierra que había que cubrir. Y ahí ya perdí la cuenta, no sé qué planta fue a parar dónde.

Este verano, vi alguna florcita azul por ahí, pero bastante escasa. Mi conclusión iba siendo que, la commelina sí, un amorcito, pero hasta ahí. Muy escasa floración.

Pero llegó el otoño. Y acá, sorpresón!!
En la rampa principal apareció, de la nada, una florcita rosa. Casi imperceptible.
Después fueron dos, y tres, y... Y de repente, la rampa se cubrió de florcitas rosas!!!
 
Y sí, era como decía Gabriel! La tripogandra tiene flor rosada, lo que pasa es que florece en otoño, no en verano. Al menos, eso es lo que pasó en este jardín.


Paspalum / panicum
Cuando compré algunos paspalum y panicums a fines de enero del año pasado, para multiplicarlos y hacer plantines, ya estaban un poco secos, florecidos, y no los podía distinguir.

Me acuerdo que para no hacerme lío los había puesto en dos lugares distintos de mi jardín.
Después, los fui dividiendo. De cada planta hice 8 plantitas, una barbaridad de eficiencia. Los panicums sobrevivieron, pero los paspalum no.

De todas formas, como soy sustentable in extremus, no tiré los paspalums que se habían secado, sino que los planté igual. Total, había que cubrir el suelo con algo, y eso, seco y todo, algo cubría.

Pasó el verano, pasó de todo. O pasó lo del techo. Realmente, todas mis energías, tiempo, esfuerzo, plantas, estuvieron en el techo, de tal modo que el jardín de abajo se autogestionó. Sobrevivió solo. Con las nativas, voy aprendiendo que la sanidad es excelente, así que no se secó ninguna planta ni ninguna se enfermó. Tampoco tuve que regar porque son autóctonas. Así que, casi que ni las miré.

Y sí, llegó el otoño, y acá, la segunda sorpresa. O sorpresón, porque hasta en tamaño es impresionante. Los panicums empiezan a decaer, aunque van tomando un lindo tono rojizo, y los paspalums resplandecen, dueños y señores del cantero.

Panicums hay en el cantero de adelante, en el jardín del fondo y en la rampa principal, y paspalums sólo quedaron en el cantero de adelante. Como pensé que estaban secos, los puse ahí para llenar el espacio, porque no tenía más plantas.

De nuevo, yo había visto las dos plantas en enero, y se me hicieron muy similares, al punto de no poder distinguirlas. Pero llegado el otoño, son totalmente diferentes.

Acá se ven. Las rojizas más etéreas, son los panicums. Y las verdes radiantes, los paspalums. Y pensar que me las confundía!








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