sábado, 1 de abril de 2017

Balance del verano

Empezando ya el otoño, miro qué fue pasando en este jardín a lo largo del verano, y me resaltan dos aspectos, el trabajo y la sanidad.

Trabajo
¿Cómo es un jardín nativo, en comparación a un jardín convencional, con respecto al trabajo que supone?
Yo hubiera pensado que un jardín nativo, como se supone "sustentable", se cuidaba solo y no había que hacer nada.
Bueno, en realidad, no es tan así.
Lo que sí sucede es que las tareas son marcadamente diferentes.

En mi jardín convencional, me pasé 30 años cortando el pasto. El jardín era chiquito, pero ya era todo un trabajo llevar la máquina de cortar el pasto desde el garage, donde la guardábamos, hasta el jardín. Era enorme y chocaba contra todo, además de pesar una tonelada. El cable era largo pero igual había que cortar en 2 sectores, uno con cada enchufe. Cuando terminaba, lo enrollaba con cuidado pero al volver a usar la máquina, zas!! otra vez era una maraña de cables.

Después estaba el tema del riego. Tenía unas hortensias soñadas, ¡tan lindas!, pero aunque estaban a la sombra de un ciruelo, si no las regaba a diario, flip!!, se desmayaban.

La poda de las enredaderas, que últimamente parecían tropicales, los yuyos, y tantas tareas más.

El jardín nativo también supone un montón de trabajo, pero las tareas son distintas.
Por empezar, no se riega. Sí, es así, no se riega y de hecho no regué y las plantas están felices igual.
Cuando digo que no regué es que no regué por necesidad. Sí regué una que otra vez, apenas. Diría que en todo el verano no llegué a regar ni 5 veces, y cuando lo hice fue más por diversión que por necesidad. Con lo que llueve alcanza para que el jardín esté contento.
Digo en el jardín. El techo es otra historia.

El trabajo importante en este jardín es el desmalezado. ¿Por qué hay que desmalezar si las plantas nativas son más o menos yuyos también? Porque continuamente aparecen legiones de especies espontáneas. ¡Innumerables!
De todo eso que aparece solo, no todo lo saco. De hecho, algunas variedades las hemos incorporado muy contentos. Por ejemplo la setaria parviflora, que a Chalo y a mí nos encanta, y que vino sola entre las plantas que traje de la reserva de la ribera, y ahí no la cultivan sino que se cuela en las macetitas de otras especies cultivadas.
O el trébol y el lotus, que aparecieron solos y resultaron una muy buena solución como cubresuelos.

Así que, un jardín nativo también supone trabajo. Pero diferente. Y a mí, por lo menos hasta ahora, este trabajo me sorprende cada día y lo disfruto. A veces también me descorazona no poder controlarlo, pero el saldo es positivo.

Sanidad
Acá el super aporte del jardín nativo: la salud de las plantas.
En todo el verano no tuve que usar ningún remedio, ni se enfermó ninguna planta. Se cuidaron solas y lo bien que lo hicieron!

Tuvimos la invasión de langostas, esas negras espantosas, que los chicos rogaban que fumigara. Pues no las fumigué. No hice nada y las dejé vivir felices en mi jardín, aún con la amenaza de que atacaban los tomates.
Y sí, las vi tantas veces comiendo las hojas de mis tomateras, pero igual no las maté. Supuse que así como habían venido un día se iban a ir. Y así fue, y a lo largo del verano coseché, entre zapallitos, calabazas, zapallos y tomates, 130 kilos de hortalizas (sí! 130!!!), con langostas ataca tomates y todo.

Redondeando un poco, entonces, un jardín nativo también hay que cuidarlo pero presenta un aspecto "sorpresa" muy divertido y pedagógico que balancea el posible peso del trabajo que supone.
Y en cuanto a la sanidad, el resultado es impresionante. Cortamos los agroquímicos, e incluso los remedios caseros, al 100%. Maravilloso.

Y aquí va un update.
Verbenas, carquejas, lotus...
Carquejas, carquejillas y eupatoriums todavía en flor
Los frutos del sen del campo!! No los conocía. Primero aparecieron las flores (una maravilla en color y en abundancia!!, y pensar que están en una maceta en el techo!!!), y ahora unas minichauchas

Por último, las salvias guaraníticas, también todavía en flor. Como si no se hubieran enterado de que llegó el otoño...


 


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